La Amazonia es la selva tropical más grande del planeta, la cual abarca alrededor de 6.5 millones de kilómetros cuadrados, aunque se ha perdido mucho (alrededor de 18-20 por ciento) en las últimas décadas. El gran bosque muy probablemente también contiene la mayor biodiversidad de especies en la tierra; por ejemplo, una sola hectárea en el Parque Nacional Yasuní contiene más especies de árboles que todos los EE.UU. y Canadá juntos. Sin embargo, una nueva investigación publicada en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS) encuentra que hace muy poco, apenas unos 500 años, parte importante del sur de la Amazonía no era el bosque de altura con dosel que es hoy, sino que era sabana.

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"Estos resultados fueron muy sorprendentes. Fuimos a Bolivia con la esperanza de encontrar pruebas de los tipos de cultivos de los grupos amerindios antiguos y también para tratar de encontrar la magnitud del impacto que generaron estos grupos en el antiguo bosque. Lo que encontramos fue que ellos no tenían prácticamente ningún efecto sobre el bosque, en términos de la deforestación pasada, ya que éste no existió allí hasta mucho más tarde", dijo el autor principal, John Carson de la Universidad de Reading.

Durante siglos, los científicos creían que la selva amazónica no tenía rastros del hombre, sino que sólo había sido habitado por pequeños grupos de cazadores-recolectores con una huella ambiental ligera. Sin embargo, esa visión ha sido cuestionada en los últimos años. La deforestación en toda la banda sur de la Amazonia ha revelado signos claros de sociedades humanas: los grandes movimientos de tierra geométricos, cuya finalidad se desconoce, pero cuya construcción fue sin duda producto del trabajo humano.

El descubrimiento de cientos de estos geoglifos (en forma de zanjas circulares) ha llevado a varios investigadores a sostener que la Amazonia estaba de hecho, densamente habitada antes de la llegada de Cristóbal Colón con sus enfermedades del Viejo Mundo. Esta teoría es apoyada por muchos relatos históricos de la Amazonia por los primeros viajeros, algunos de los cuales describen grandes civilizaciones complejas en el bosque de guerreros peligrosos. De hecho, hablaban de un grupo particularmente violento de mujeres guerreras que le dieron al bosque su nombre. Los defensores de una Amazonia más civilizada argumentaron, además, que estas grandes poblaciones tuvieron un enorme impacto en el ecosistema a través de milenios de agricultura de roza, tumba y quema a gran escala. En lugar de un desierto, dicen, la Amazonia era más como un jardín; sólo después de que Colón trajo el genocidio con él, el bosque se convirtió en lo que es hoy.

Sin embargo, la nueva investigación rechaza estas dos teorías en sus puntos más extremos.
"Nuestros hallazgos inesperados revelan un tercer escenario sorprendente, en el que los constructores de tierras se aprovecharon de un paisaje de sabana natural que existió en condiciones climáticas más secas de las actuales antes de hace unos 2,000 años", dice el documento. "Este hallazgo sugiere un menor impacto ambiental, menos mano de obra y, posiblemente, una población menor de la que se suponía anteriormente."

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Imagen Bosque del Amazonas vía Shutterstock